© Galería de fotos del Fondo Monetario Internacional

La historia de Dominique Strauss-Kahn, la jefa del FMI que enfrenta cargos de agresión sexual e intento de violación de una criada en un hotel de Manhattan, está en los titulares de las noticias a un ritmo vertiginoso. Los principales medios de comunicación, como CNN, El Wall Street Journal y The Washington Post, han seguido febrilmente esta historia. Esto es, por supuesto, un asunto serio; pero, lamentablemente, estos incidentes ocurren todos los días, y no aparecen en los titulares internacionales.
Este caso se convierte en “una historia” debido a los estereotipos que refuerzan que esto no se puede esperar de un líder mundial. La gente no quiere creer, o no creer, que un individuo en un puesto de alto rango que trabaja para una organización que establece políticas económicas para países de todo el mundo, es capaz de cometer tal crimen. La respuesta de los medios a este caso ha destacado la carrera, el poder y la participación política de Strauss-Kahn.
CNN, por ejemplo, publicó el titular: “Dominique Strauss-Kahn: una carrera brillante, una acusación asombrosa”. Para muchos, esta acusación es “sorprendente” porque es insidioso creer que personas con “carreras brillantes” puedan agredir sexualmente. Sin embargo, la realidad es que las personas de cualquier clase, condición, raza y género pueden, y lo hacen, agredir sexualmente.
En otro titular, el BBC escribió: “Jefe del FMI enviado a una dura cárcel de Nueva York”. La mayoría de la gente no considera que alguien en una posición de poder, nada menos que el “jefe del FMI”, termine en una “cárcel dura de Nueva York”. La triste verdad es que nadie tipo de persona está exenta.
Cuando estas historias llegan a los titulares, es deber de los defensores educar a las comunidades, para que los ciudadanos sepan que este tipo de delitos pueden ocurrir en cualquier lugar. La clase, el estatus, la posición y el poder no hacen que los individuos sean incapaces de cometer crímenes terribles. Conclusión: es inaceptable que cualquier persona, independientemente de su estatus en la sociedad, se comporte de esta manera. Aún así, es una realidad desafortunada que personas de todo el mundo cometan delitos sexuales.
A medida que este caso continúa desarrollándose, usemos la respuesta de los medios como un momento de enseñanza para resaltar que el poder, la clase y los ingresos no excluyen a uno de perpetrar potencialmente. El trabajo para acabar con la violencia sexual está lejos de terminar, pero la conciencia de que la violencia sexual es cometida por y contra cada grupo de personas es un paso hacia el cambio.