Desarrollar una comprensión compartida del idioma ayuda a facilitar la comunicación y generar confianza en asociaciones multidisciplinarias.

Construir relaciones es más fácil decirlo que hacerlo. Para algunos de nosotros, construir una relación es un desafío, incluso como profesionales en el campo de la violencia sexual altamente orientado a las personas. Parte de esta dificultad se deriva de cómo todos nos comunicamos de manera diferente. Por ejemplo, la forma en que un oficial de la ley del campus en una universidad de artes liberales se comunica con otro oficial jurado en una gran universidad estatal será diferente de la forma en que se comunica con un defensor. Independientemente de la audiencia, el contexto o el medio de comunicación, hay un denominador común para superar el desafío: utilizar un lenguaje inclusivo.

En su forma más pura, el lenguaje brinda la capacidad de comunicar y compartir información. Para los campus, el intercambio de conocimientos, el acceso a los servicios, los recursos del campus, así como los servicios y recursos comunitarios son fundamentales para desarrollar una respuesta comunitaria coordinada y eficaz. ¿Un ejemplo? El acto mismo de nombrar a un grupo de profesionales que trabajan juntos para mejorar la respuesta del campus a la agresión sexual, la violencia doméstica/entre parejas y el acecho produce una forma de control y poder. De manera similar, la ausencia de denominación conduce a una percepción de invisibilidad u homogeneidad.

El lenguaje es una comprensión compartida de relacionarse entre sí, es decir, un reflejo de las percepciones definidas por el poder relacional. Ser conscientes del lenguaje que evitamos, así como del lenguaje que usamos en las reuniones, en comunicados de prensa, sitios web y nuestras interacciones cara a cara diarias, en última instancia, refleja nuestros puntos de privilegio y opresión. Los sistemas de opresión están interconectados y estos sistemas impactan no solo en la forma en que los estudiantes acceden a los servicios, sino que también tienen un impacto significativo y palpable en la colaboración que ocurre en los Equipos de Respuesta Comunitaria Coordinada.

Donna Barry, enfermera practicante forense y jefe Paul Cell, ambos trabajan en la Universidad Estatal de Montclair, son defensores inspiradores en el campo contra la violencia en los campus que ofrecen algunas sugerencias sobre cómo los campus pueden desarrollar un lenguaje compartido e inclusivo:

  • Agendas individuales - Aprender porque su pareja viene a la mesa. Todos tenemos ricas historias que explican nuestras motivaciones y trayectoria hasta donde estamos hoy.
  • Aprende su enfoque – El director del centro de salud del campus tiene un enfoque diferente al del especialista universitario en prevención que también forma parte del CCRT. Ambos trabajan en la misma organización pero tienen conocimientos especializados y un enfoque único. Conozca su enfoque para ayudar a identificar recursos y necesidades en un CCRT. Si los socios no vienen preparados para compartir su enfoque, modele el comportamiento que está buscando de los demás.
  • Respetar sus roles – Comprenda qué limitaciones han dado sus socios a su rol, ya que cada socio aporta un conjunto valioso de experiencias y recursos que enriquecen su CCRT.
  • Comunicarse en otro idioma – Siéntase cómodo con el lenguaje específico de la disciplina que utilizan sus socios CCRT. Esto no solo ayuda a desarrollar una comprensión compartida del idioma, sino que también ayuda a generar confianza.

¿Hay sugerencias que faltan en la lista anterior? ¿Qué ha funcionado para usted al desarrollar una relación con el campus y los socios de la comunidad?