La definición de derechos civiles dentro de nuestras escuelas vuelve a estar en las noticias y hay otra “Carta a un querido colega.” Esta vez las escuelas son el escenario de la debate en torno a la identidad de genero. Está claro que las escuelas deben desempeñar un papel en la representación de oportunidades para todos y cambiar los paisajes culturales que continúan oprimiendo, controlando y silenciando a algunos en la sociedad. Esto no es un nuevo concepto.
Nuestras escuelas son un sistema con responsabilidades extremas, responsabilidades que van más allá de la enseñanza de la lectura, la escritura y la aritmética. La escuela es un lugar de socialización y, por tanto, un espacio necesario para el cambio social. Los problemas actuales de discriminación sexual, violencia sexual y discriminación basada en la identidad de género me recuerdan a los mismos movimientos de justicia social para acabar con la segregación en las escuelas en los años 1950 y 60 (e incluso hoy). Pienso en esa icónica pintura de Norman Rockwell”El problema con el que todos vivimos”—Ruby Bridges fuerte—una niña de seis años con determinación, atrapada en mucho más que la educación en ese camino a la escuela. Con este movimiento/reacción actual para legalizar la discriminación contra la comunidad transgénero, estamos obligando a que se desarrollen las mismas batallas por los derechos civiles y la justicia social en nuestras escuelas, con nuestros niños de 6 años, nuevamente.
Tal vez el camino a la escuela no debería ser un símbolo de justicia social, pero lo es. Como adultos que cuidan a los jóvenes, y como jóvenes que están creciendo en su propio poder y voz, tenemos el deber de hacer que nuestros sistemas escolares reflejen los derechos humanos básicos y los principios de nuestra nación. Eso no significa que todos deban llevarse bien, y no significa que nadie se sentirá incómodo, pero sí significa que no aprobamos la discriminación solo porque algunos se sientan incómodos. Estaré observando nuestras escuelas y las agencias que las gobiernan para ver cómo responden a este llamado a la justicia social. Hemos hecho esto antes con diferentes niveles de éxito. La inclusión, la respuesta, la acomodación y el respeto deben ser las piedras angulares de nuestras escuelas (y estas son las lecciones históricas de la desegregación, Título IX y ADA). Este momento no es diferente, y deberíamos ser mejores para darnos cuenta de la oportunidad de hacerlo bien esta vez. Las escuelas son una muestra poderosa de nuestras normas sociales, y esas normas deben reflejar una creencia en la libertad y la justicia para todos. todos niños sin importar cómo identifiquen su género.